“La
segunda mitad del siglo XX fue un periodo de crecimiento sin paralelo en Europa
que transformó las vidas de sus gentes en grado sumo. En 1950 muchos europeos
calentaban sus viviendas con carbón, refrigeraban los alimentos con hielo, y
dependían de lo que eufemísticamente podemos llamar formas rudimentarias de
fontanería de interior. Hoy sus vidas han mejorado con hornos de gas natural,
microondas y un deslumbrante sinfín de artilugios electrónicos. Durante los años
transcurridos el producto interior bruto per cápita real (el poder adquisitivo
de un europeo medio) se ha más que triplicado en los países del oeste del
continente y se han doblado en los países del este. La calidad de vida ha
mejorado aún más de lo que estas simples medidas harían pensar. El número de
horas de trabajo por año ha descendido en más de un tercio, con el consiguiente
aumento del tiempo de ocio. La esperanza de vida ha aumentado, lo que refleja
la mejora de las condiciones de vida y el progreso de la tecnología médica. Por
supuesto que no todo ha sido fácil y sencillo. Durante el mismo período ha
aumentado el paro, y con él los sentimientos de alienación e inseguridad. La
carga impositiva se ha disparado hasta el punto de llevar a muchos europeos a
pensar que están sosteniendo programas gubernamentales de los que reciben muy
poco beneficio. Pero según cualquier estándar objetivo, debemos concluir que en
conjunto los europeos de hoy viven mejor que los de hace medio siglo. Por supuesto,
no todas las partes de Europa se han llevado la misma tajada del pastel de la
prosperidad, como tampoco todas las etapas de este medio siglo han estado
marcadas por un crecimiento igualmente rápido. El sur de Europa creció más rápido que el norte
de Europa, y la Europa del Oeste más rápido que la Europa del Este. El
crecimiento fue más rápido en las dos décadas anteriores a 1973 que en las dos
posteriores. Este deterioro fue más drástico en el Este, donde culminó en la
crisis de la planificación central y el derrumbe del bloque soviético. Pero a
pesar de esta diversidad, el período de posguerra se considera, y con razón,
una edad de oro del crecimiento económico.”
Fulbrook, Mary (editor), Europa desde 1945, Critica,
Barcelona, 2001
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